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Una economía a tres velocidades

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Recuperación positiva, pero con un crecimiento más lento en Europa y más riesgos para las economías emergentes. De la avalancha de cifras que nos rodean sobre las previsiones económicas mundiales para 2016 se desprenden estas conclusiones.“Estamos en un proceso de recuperación lento, pero positivo”, aseguró el profesor Pedro Videla en una sesión sobre coyuntura económica en el IESE de Barcelona, en la que también participaron los profesores Núria Mas y Alfredo Pastor.

La economía mundial crecerá un 3,6% según los cálculos del FMI, aunque este aumento se producirá de forma asimétrica, tal como explicó Videla. Mientras EE. UU. está creciendo a buen ritmo, con una tasa del 2,8%, la zona euro apenas lo hará al 1,6%. La cosa también cambia cuando hablamos de economías emergentes, cuyo repunte se prevé tenue a causa del ajuste de la economía china y la caída de los precios de los productos básicos. Los mercados emergentes, a pesar de que siguen suponiendo más del 70% del crecimiento mundial, se desaceleraron en 2015 por quinto año consecutivo, mientras que las economías desarrolladas continuaron registrando una ligera recuperación.

A pesar de todo, el pronóstico –tanto para las economías avanzadas, como para las emergentes– es que crezcan más en 2016 que el año pasado.


Emergentes en apuros

Para Videla, “la desaceleración de la economía china, la caída de los precios de las productos básicos y las tensiones geopolíticas a las que se encuentran sometidas algunas de las principales economías emergentes” continuarán lastrando las perspectivas de crecimiento en 2016.

La Reserva Federal ha generado un problema financiero debido al exceso de liquidez inyectado después de la crisis financiera de 2008. Una situación que llevó, por ejemplo, a que Brasil alcanzara un tipo de interés del 14% en 2014. Esta liquidez extrema supuso un gran crecimiento de la deuda en dólares fuera de EE. UU., que superó los 9 trillones de dólares y que en los países emergentes fue a parar principalmente al sector privado. Un tsunami de liquidez que ha inundado a gran escala los países en vías de desarrollo.

Por otro lado, la economía china seguirá frenando y se espera que crezca el 6,3% en 2016, una cifra notablemente inferior al crecimiento de 6,9% registrado por el país asiático en 2015, el dato más bajo de los últimos 25 años.

Paralelamente, la bajada del precio del petróleo no sólo responde a una menor demanda por parte de los países emergentes, sino también al hecho de que EE.UU. sea ya el primer exportador de petróleo del mundo gracias al shale gas y al shale oil, con la conmoción que esto supone para la economía mundial. Mientras, Arabia Saudí no muestra ningún interés en que la OPEP reduzca la producción, ya que los precios bajos desincentivan las inversiones en los yacimientos menos rentables.

También hay que tener en cuenta, en opinión de Videla, las tensiones geopolíticas que afectan, sobre todo, a países emergentes. En 2014, 170.000 personas murieron en conflictos regionales en países como Siria, Pakistán, Nigeria, México, Sudán del Sur o Somalia, entre otros. “Con tanta inestabilidad, las economía busca la seguridad en países como EE. UU. y Suiza. Este efecto sobre los sistemas financieros refuerza la situación crítica en los mercados emergentes”.


Tímida recuperación en Europa

La recuperación es algo más deslucida en Europadonde se prevé un crecimiento del 1,7%–, que en el resto de economías avanzadas. Mientras el consumo interno se ha recuperado, los precios todavía no lo han hecho. “Aún vivimos del legado de la crisis”, aseguró la profesora Núria Mas, “con países que perdieron mucho, como España con una reducción del 20% del PIB, Irlanda un 23%, o Grecia un 40%“.

Parte de esta leve recuperación se debe a la baja productividad de las economías avanzadas, especialmente las europeas. “No tenemos los niveles de productividad anteriores al 2000”. Esta débil productividad se debe, en buena medida, al envejecimiento de la población europea. Según Mas, nuestro potencial de crecimiento es cada año un 0,1% menor de lo que podría ser con otra composición de la población.

Mas también destacó que la crisis de deuda en los principales países de Europa tendrá diversas implicaciones sobre el futuro del estado del bienestar. “No hay suficientes fondos para pagar la sanidad o las pensiones. Aunque este problema podría cambiar si enfocáramos el gasto en salud y en pensiones de otra manera, ya que estos representan una de las principales inversiones en el presupuesto de nuestros Estados de bienestar”.


¿Salidas a la vista?

Núria Mas recordó que aunque la idea de que Grecia salga de Europa haya dejado de ocupar las portadas de la prensa, en realidad el problema no está resuelto. El país está viviendo una reforma de su sistema de pensiones, de modo que el 22% del presupuesto del gobierno griego va destinado a tapar el agujero de estas prestaciones. “En Grecia hay más jubilados y desempleados que gente ocupada”, aseguró Mas.

“Además, el próximo julio Grecia deberá hacer un pago al BCE, de modo que puede que la República Helénica vuelva a ser noticia muy pronto. Y todo en un momento que podría coincidir con el referéndum británico sobre el Brexit”.


Mientras tanto, buenas noticias en España

El panorama es mucho más esperanzador cuando hablamos de la coyuntura económica española: “El crédito empieza a subir, el consumo está aumentando, el empleo lentamente también, y el crecimiento salarial es positivo. Se espera que España siga creciendo por encima del 2.5%, si bien es cierto que venimos de unos niveles muy bajos. Se prevé que entre finales de 2016 y 2017 habremos recuperado el PIB anterior a la crisis”, señaló Pastor.

El profesor apuntó el elevado nivel de desempleo, con una tasa superior al 20%, y los salarios bajos, como las asignaturas pendientes. “El alto porcentaje de población que no tiene trabajo corre un riesgo muy elevado de exclusión, con las consecuencias que ello conlleva”. En cuanto a los salarios, Pastor recordó que “los países prósperos tienen salarios altos, de manera que la riqueza no se concentra en unos pocos”.

En una clara alusión a países como Dinamarca, Austria o Holanda, cuyo sistema está basado en el concepto de la flexiseguridad, Pastor aseguró que "se debe proteger al trabajador, ayudarle a buscar trabajo y formarle, pero eso es independiente del puesto de trabajo, que se puede o no transformar".

“Estamos experimentando unos cambios en la sociedad española que hacen que el sistema actual sea inviable, por la demografía, por la competencia exterior y por fenómenos como la robotización y la digitalización, que conllevan maneras nuevas de hacer las cosas”, concluyó Pastor.


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