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Los cimientos de un sistema bancario sólido para las próximas décadas

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La crisis financiera de los años 2007 y 2008 dio lugar a un sinfín de regulaciones que pretendían evitar que se repita un colapso similar. Entre ellas, se incluían políticas macroprudenciales destinadas a fortalecer la resiliencia del sistema financiero en su conjunto.

Sin embargo, quedan muchas cuestiones sin resolver: ¿cómo interactúan las entidades con la política monetaria y las políticas microprudenciales en el sector bancario? ¿Se han diseñado y utilizado adecuadamente herramientas como las pruebas de estrés? ¿Cuáles son sus consecuencias a largo plazo, tanto las previstas como las imprevistas?

Para abordar estas complejas cuestiones, el IESE y la School of International and Public Affairs (SIPA) de la Universidad de Columbia reunieron recientemente a un notable grupo de directivos bancarios, reguladores y académicos de todo el mundo en la Italian Academy de Columbia en Nueva York.

Bajo el lema “Next Steps for Macroprudential Policies”, el evento fue una continuación de la conferencia organizada por el IESE “Challenges for the Future of Banking”, que tuvo lugar en Londres el año pasado (leer artículo).

Entre los ponentes se encontraban Nellie Liang, director de la Oficina de Estabilidad Financiera, Política e Investigación del Consejo de la Reserva Federal, Paco Ybarra, director global de Mercados en Citigroup, y Mervyn King, gobernador del Banco de Inglaterra. También participaron en los debates los profesores del IESE José Manuel Campa y Juan José Toribio.

En su intervención inicial, el director general del IESE, Jordi Canals, reflexionó: “Estos son unos tiempos fascinantes, en los que se decidirán cuestiones acuciantes, como las políticas macroprudenciales para las próximas décadas. Y es un privilegio hacerlo este año junto a la SIPA. Construir un sistema bancario sólido es un reto para todos nosotros”.

Para favorecer el libre intercambio de ideas, el evento se desarrolló siguiendo las reglas de Chatham House, que preservan el anonimato de los ponentes.


“Amortiguadores contra los baches”

Los ponentes convinieron que, aunque las políticas macroprudenciales son cada día más habituales, especialmente en los mercados emergentes, todavía estamos lejos de haber establecido un marco completo para estas políticas, que en ocasiones pueden ser “difusas” y difíciles de definir.

El anhelo del sector por identificar y diseñar herramientas macroprudenciales excede hoy la comprensión de su funcionamiento.

Uno de los ponentes compartió un dato que sugería que estas políticas apenas son “amortiguadores contra las caídas cíclicas”, pero que raramente bastan para detener estos altibajos, ya que resulta bastante difícil mantener las herramientas e “ir contra el viento”.

Al sopesar los riesgos sistémicos, los reguladores y legisladores deben decidir si es mejor utilizar herramientas “proactivas” para prevenir los impactos sobre el mercado, o bien si es más adecuado “reactivar” las que actúan como amortiguadores.

Varios directivos bancarios presentes coincidieron en que las políticas macroprudenciales han hecho que sus instituciones sean más seguras y estén mejor preparadas para resistir las convulsiones del sistema. Los requisitos mínimos de liquidez han permitido que los bancos acumulen más activos y más efectivo, y que sus políticas estén preparadas para poder “pagar sus propios funerales”, sin tener que interrumpir el servicio a las empresas o necesitar inyecciones financieras por parte del gobierno. Gracias a ellas, ahora mismo es “difícil y seguro” que los grandes bancos caigan.

El “peliagudo asunto” de la gobernanza surgió en varias ocasiones. Al centrar las políticas macroprudenciales exclusivamente en la banca, a diferencia de lo que ocurre en otros sectores, se ha producido un vacío de gobierno internacional y de enfoques sistémicos que permitan analizar los resultados.


Las pruebas de estrés, a examen

Estas pruebas, que establecen posibles escenarios para comprobar si los bancos pueden resistir a las condiciones adversas, son las herramientas macroprudenciales más utilizadas. En Estados Unidos, algunas son incluso obligatorias, de acuerdo con la ley Dodd-Frank. Uno de los objetivos de los test es prevenir las burbujas, especialmente en el mercado inmobiliario, un actor que aparece con frecuencia en las turbulencias económicas.

Los ponentes debatieron sobre si las pruebas de estrés son técnicamente precisas y útiles. En concreto, pusieron en tela de juicio la llamada “fetichización de los saldos bancarios”, que ignora otros factores de riesgo. Es más, los peligros inherentes a los modelos de las pruebas de estrés se consideraron, a su vez, “en peligro de cambio”.

Otras preocupaciones que se mencionaron fueron, por una parte, la naturaleza “kafkiana” de las pruebas de estrés más cualitativas, un proceso hermético que no parece lo bastante independiente de las decisiones políticas. Por otra parte, afloró el miedo a que las empresas “reorienten” sus procesos solo para poder superar las pruebas, ignorando así otros riesgos existentes.

Entre otras propuestas, los ponentes citaron “un enfoque de proporción múltiple que incluya el grado de apalancamiento” a la hora de crear los modelos, valiéndose de indicadores de riesgo y divulgando públicamente informaciones de los reguladores.

Si bien no puede esperarse que los reguladores “prevean con exactitud el momento en que se producirá la próxima crisis”, todos coincidieron en que tienen la obligación de identificar sus primeros indicios.

Para los bancos globales, la diversificación geográfica es un objetivo clave, porque aunque estén sujetos a las pruebas de estrés de los diferentes países, éstas pueden no reflejar con exactitud la fuerza global de los bancos en todo el mundo.

Aun así, teniendo en cuenta los elevados costes de implementación de las pruebas de estrés, un directivo reivindicó que los grandes esfuerzos para que las pruebas también sean útiles para sus propósitos empresariales.


¿Ser prudente o arriesgar?

Aunque algunos ponentes alabaron la “estabilidad” originada por las políticas macroprudenciales, también expresaron su preocupación sobre otras posibles consecuencias derivadas de su implantación.

Uno de los puntos de consenso fue que las regulaciones desalientan la diversificación, estimulan la “homogeneización de los balances de situación”, y disminuyen la confianza en los agentes, todas ellas consecuencias con riesgos.

En otro ámbito, se habló de cómo las regulaciones generan distorsiones en el mercado y comportamientos “gregarios”. En cuanto a los requerimientos de capital, se debatió cómo encontrar el equilibrio adecuado puesto que los bancos deben operar en un contexto de cierto riesgo para cumplir con sus obligaciones.

Uno de los ponentes hasta llegó a decir que los cambios regulatorios han cuestionado severamente el modelo de negocio de los bancos, y que forzarlos demasiado podría llevar incluso hasta a su desaparición y, eventualmente, a destruir la capacidad de funcionamiento de los mercados financieros.

El auge de los bancos “en la sombra” se trató como una consecuencia más de las regulaciones, con muchos ponentes vaticinando que, pronto, el péndulo de la regulación se alejará de los grandes bancos y se acercará a otros intermediarios financieros.

Es necesario un mayor control de las políticas macroprudenciales, coincidieron los asistentes, y que este control esté acompañado de un análisis que tenga en cuenta el sistema financiero en su conjunto.

En total, tuvieron lugar cuatro mesas redondas a lo largo del día, con la sesión de clausura a cargo del gobernador del Banco de Inglaterra y presidente de su Comité de Política Monetaria hasta el año 2013, Mervyn King.

Entre los asistentes, Dong He, subdirector de Asuntos Monetarios y Cambiarios del FMI; Rafael Salinas, director de Riesgos del BBVA; Matt King, estratega jefe de Crédito de Citigroup; Stijn Claessens, senior advisor del Consejo de la Reserva Federal; Ryozo Himino, vicecomisario de Asuntos Internacionales de Japan FSA; Sandie E. O’Connor, directora de Regulación en JP Morgan Chase; Claudio Raddatz, gerente de la División de Política Financiera del Banco Central de Chile; Jean-Pierre Danthine, ex vicepresidente del Banco Nacional Suizo; y Paulo Vieira de Cunha, de ICE Canyon LLC.

Por parte de la Universidad de Columbia, los profesores Guillermo Calvo, Takatoshi Ito y Charles Calomiris moderaron las mesas redondas.


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